La celebración del farol es una de las fiestas más queridas y esperadas en la tradición de las escuelas Waldorf pues es una experiencia que nos invita a ir en silencio hacia dentro de nosostros y reflexionar sobre nuestra luz. El farol representa nuestra luz interior.
Se relaciona con la fiesta Martin de Tours o Martinmas que se festeja el 11 de noviembre. Cuenta la historia que en el siglo IV d.c. un caballero del ejército romano llamado Martín, estando en la ciudad de Amiens, encontró un mendigo tiritando de frío. Conmovido, cortó su capa a la mitad y tapó al hombre. Los habitantes de la región lo recibieron confaroles encendidos.
Rudolf Steiner, en su Pedagogía Waldorf, nos invita a adapatar el calendario anual con el ritmo que nos marcan las estaciones del año. Durante el verano la luz del sol nos da su brillo y calor. Ahora en el otoño, la tierra se prepara para descansar: las semillas caen de los árboles, el viento desprende las hojas de los árboles, el brillo del sol disminuye. Así que en este tiempo de recogimiento, la luz y calor que recibimos del sol en el verano nos prepara para brillar y dar calor al mundo en el invierno.
En casa podemos poner en nuestra mesa de estación algunas piñas, bellotas, hojas y ramitas secas y una vela o farol. Ellos lo integran de manera inconsciente y les permite vivir este tiempo de recogimiento. Seamos conscientes de que somos portadores de LUZ Y CALOR.
REFLEXIÓN
¿Está encendido mi farol? ¿Qué enciende mi luz? ¿Cómo cuido y nutro esa luz? ¿Transmito mi luz y calor a mis hijos y seres queridos? ¿Soy luz para el mundo?
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